5 burros por Certascan
(Artur, Meri, Helen, Laura)
2 burros salen el sábado sobre las 8:45 de casa para ir a buscar 2 burros más, antes de salir de Barcelona sobre las 9:30. Después de breve pausa de repostar y desagüe en Bellcaire llegan los 4 sobre las 2:30 al punto donde hay que desmontar del carro por culpa de valla cerrada que no deja pasar. Resulta que este punto no está a 45 minutos andando del refugio, como indicado en la descripcion del mismo, sino a 3 horas y pico del cual, como indica un cartel. Entonces, después de repostar algo más, queda decidido que por el largo camino de regreso del día siguiente se deja la idea de la cresta y se adopta la idea de escalar la vía Agriol (250m, IV+) en la zona de la Tumbona. Así que cargan la metralla los 4 burros y se ponen en marcha en el camino más directo, evitando la largilla pista de tierra. Y marchan. Y marchan más. Y pasan 2 burros forasteros. Y marchan más. Y de repente se detienen en un valle cerrado por piedras al lado y agua delante. Así que, aquí, un burro no pasa. O eres pez y nadas pa´rriba, o eres burro, sacas GPS y mapa, y te enteras que estás 2 quadraditos más allá de donde había dado el giro el caminito al refugio. Así que se dan el giro también los 4 burros y buscan el camino correcto - iiiiaaaaaa.
Tras el camino así alargado llegan los 4 burros al refugio sobre las 9 de la tarde, donde se juntan para una charlita con el burro residente, un tal Comeesterillas Certascan.
Después de hacerse amigos con la fauna indigena, calientan los huesos e intestinos en el refugio con unas bebidas adecuadas. Dado a la hora ya avanzada se buscan un sitio plano a alguna distancia, fuera de vista y alcance de fauna local, montan su sitio de pernoctación, calientan sus papillas y se entregan al sueño bien ganado.
Viene la hora de los espíritus, y comienza el viento a golpear los sacos con gotas frias que cayen de las nubes espectrales. Allí los ves corriendo, 4 burros, mochi encima, saco en mano, frontal entre dientes, hacia el refugio, donde 2 se meten dentro y 2 se quedan en el porche dando compañía al burro residente. Pasan unas cuantas horas y unas cuantas gotas de agua alimentan los ríos y lagos, hasta que llega el tiempo de dejar atras esta hospitalidad y buscarse otro sitio para estirar las colchonetas y encima los lomos cansados. Se hace de día, ni caso, se hacen las 9 y todavía sin ganas detectables se extrayen de los sacos los 4 burros y deciden, tras ojeada al los 7 grados que marca el mercurio, que no es día para pegar las patas a la roca sombreada. Así que, tras otro calentamiento intestinal en el refugio, parten los 4 burros con su amiguito residente de Certascan y regresan a Barcelona, no sin dejar la una u otra traza de piel y sangre en las paredes de Coll de Nargó, a donde han llegado, como puede ser, por pura casualidad y falta de orientación ninguna - iiiiiaaaaa.
Etiquetas: montaña
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